jueves, 8 de junio de 2017

LA BELLEZA OCULTA DE UNA MOCIÓN DE CENSURA

Hoy un idiota ha dicho en la tele que prefiere un corrupto a un comunista y se ha ido satisfecho a casa. Es un chaval casi joven que trata de emular a Francisco Umbral pero le sale una prosa falangista más del estilo de Jaime Campmany. A veces también le lustra los zapatos a Pérez Reverte.
El caso es que lo ha afirmado para justificar el ejercicio de matonismo que el PP ha hecho en la Asamblea de Madrid.
Fascismo del bueno, que opinaría Ignatius Farray.
La moción de censura en Madrid ha dejado varias cosas claras:
1. Que la gente que gobierna la región madrileña resulta moralmente deleznable.
2. Que Podemos ha hecho lo correcto.
3. Que el PSOE sigue exactamente igual.
Ángel Gabilondo (una buena persona) ha asistido escandalizado al escarnio que ha pretendido ejecutar el PP con Lorena Ruiz-Huerta y luego se ha abstenido a la espera de que en un zigzag del camino se le otorgue una presidencia autonómica sin esforzarse demasiado. En caso contrario, según pasen las próximas elecciones, se irá.
Cristina Cifuentes (oh, qué lástima) se ha despojado de su máscara progresista y le ha salido la ultra que lleva dentro, la misma que reprimía a porrazo limpio toda protesta cuando dirigía la Delegación del Gobierno.
Por cierto, tampoco es verdad que este PP de Cifuentes haga las cosas de modo tan distinto: en Telemadrid han estado emitiendo pelis del Oeste mientras se desarrollaba la moción de censura.
Fascismo del bueno, señora Cifuentes.
Y, sin embargo, en medio de tantísima descalificación proferida desde las filas del PP ("narcotraficantes", "pederastas", "niñas de puesta de largo"...), se ha exhibido la belleza oculta de una moción de censura.
Habla Lorena Ruiz-Huerta frente a la bancada vacía del PP en la Asamblea de Madrid. La dignidad democrática se expresa en esta joven que aprieta los dientes y pelea y no se deja amedrentar y representa a los miles de madrileñas y madrileños que no quieren esperar más, que no pueden seguir soportando la vileza de que se les gobierne con trampas.
Habrá, claro, quien escriba "fracaso" y está el eslogan (fascismo del bueno) que dice PodemosNoPuede.
Pero quien sepa mirar de verdad sabrá contemplar, en la figura acosada de Lorena Ruiz-Huerta, toda la hermosura de los gestos necesarios, de la heroicidad cotidiana que consiste, simplemente, en luchar por lo que consideramos justo. Sin cálculo alguno. A pecho descubierto.

viernes, 2 de junio de 2017

OPERACIÓN PEDRO (PARTE 2)

Vuelve el hombre, como decía aquel viejo (y heteropatriarcal) anuncio de colonia. Regresa Pedro Sánchez, vencedor sobre la esperanza de Triana, y toca reorganizar fuerzas a los socialdemócratas que habitan el establishment, temerosos de Dios, de Mélenchon y de que les arrebaten el álbum de fotos de aquel tiempo sencillo en el que se podía ser de PSOE y feliz mientras, por la noche, se acudía a un concierto de Víctor y Ana ("tun tun/ ¿quién es?/una rosa y un clavel").
Es un lío porque si ganaba Snchz, éste se iba a convertir en Hamon o en Corbyn pero resulta que el veterano laborista remonta en las encuestas porque en Gran Bretaña vuelve a ser cosa de socialismo o barbarie.
Pero vayamos al meollo del asunto.
Está en marcha la Operación Pedro 2, el enésimo intento de restauración del bipartidismo, la resurrección socialdemócrata definitiva.
El analismo tertuliano insiste en retratar a Podemos en la soledad del corredor de fondo que ha perdido fuelle pero recomendaría a los dirigentes de la formación morada que no se dejasen llevar por la ansiedad porque, como bien sabe ahora Susana Díaz, ni los columnistas ni los directores de periódico representan a nadie.
Volvamos, no obstante, al PSOE.
Recién elegido su fotogénico líder el partido sigue (más o menos) en las mismas.
Junto a PP y Ciudadanos los socialistas han hecho un enjuague muy raro en la Comisión de Interior y Pedro Quevedo le ha regalado los Presupuestos a Rajoy simulando que no fue en las listas del PSOE.
El resurrecto líder exhibe su masculina belleza y sonríe sin decir nada. Ahora tiene detrás a gente del guerrismo e, incluso, según cuentan, al camarada Intxausti (es decir, Pepe San Roma, veterano dirigente de la maoísta ORT de cuando la Santa Transición).
De Zapatero a Mao.
Da igual. El sistema se apresta a reinventar a Sánchez para reeditar el turnismo y luego está toda esa generación de nuestros padres (Joaquín Estefanía, Sol Gallego-Díaz, etc) para quien la extinción del PSOE sería el definitivo crepúsculo de una juventud dorada en la que éramos reyes.
Así que Pedro Sánchez se moderará, volverá al centro y nos hallaremos en la casilla de salida otra vez.
Puede existir la opción portuguesa, quién sabe, pero del astuto (y bregado) Antonio Costa a Pedro Sánchez hay un trecho.
Aguardemos las primeras encuestas que, en la línea de lo que anhela el establishment, coloque al PSOE repuntando.
Y de la moción de censura, decir que Sánchez no la apoyará (está anunciado) y tampoco presentará una propia (como sugirió) porque, una vez recuperado su despacho en Ferraz, tampoco se va a enredar con peligros innecesarios. Lo cual resultará deprimente para una ciudadanía que sufre la precariedad creciente (por un lado) y la corrupción rampante (por el otro).
En fin, que todo es posible en Granada (como decía el título de una película de Manolo Escobar) pero lo más probable es que Pedro Sánchez decepcione a quienes esperan de él que se comporte como un verdadero líder de izquierdas.
Es lo del escorpión y la rana, no pidan peras al olmo de la socialdemocracia.
Y, sí, ojalá me equivoque.