viernes, 18 de noviembre de 2016

SOBREACTUACIÓN MONÁRQUICA

Al sol del otoño, calentito tras el vidrio, escribe Rubén Amón como si fuera Agustín de Foxá en un ABC soñado. El papel de periódico amarillea bajo los tacones de doña Letizia, las niñas están guapísimas, Majestad, y la genuflexión resulta un vicio delicioso para cronistas de la Corte que aspiran a cenar en Zarzuela o, por lo menos, que les regalen unas entradas para la ópera.
El caso es que en el Congreso se ha producido una sobreactuación monárquica, con diputados del PSOE, PP y Ciudadanos traídos de todas las latitudes para que aplaudan con furia al Rey y parezca que es España quien aplaude pero no, España no son estos burócratas triperos que se han colado por un día en el hemiciclo para romperse las manos y jalear.
España vive la monarquía entre la indiferencia y un escepticismo republicano que nadie sabe calibrar porque el CIS lleva años sin preguntar al respecto no sea que la liemos parda como la socorrista aquella.
Para colmo (y regocijo de la tertulianía biempensante) al Rey le han colado en el discurso una opinión claramente partidista y ha dicho, en resumen, que los que no apoyaron que Rajoy gobernase son irrespetuosos y faltos de generosidad.
La neutralidad de la Corona ha volado por los aires con una frase tan pretendidamente inocente como la preciosa mirada azul de la princesa Leonor que ha inspirado los mejores versos de Rubén Amón.
Y, sin embargo, admitámoslo, tenía algo de medieval ver a las diputadas y diputados haciendo una reverencia servil a dos niñas. 
Luego sucederán cosas raras en las urnas (o en las calles) y las élites que escriben en los periódicos antiguos no entenderán absolutamente nada pues están convencidos de que el retrato de España es el de sus pares en las cenas donde el ex ministro se codea con el consejero delegado y come pan el gacetillero con hambre, que siempre queda simpático.
Creíamos que se habían roto los diques de lo cortesano con la abdicación de Juan Carlos I pero el columnismo fetén ha vuelto a levantarlos con profusión de adjetivos churriguerescos.
Y, claro, como se preguntaba Chicho Ibáñez Serrador en aquella excepcional película: ¿quién puede matar a un niño? ¿Quién puede criticar una institución que ya exhibe como símbolos regeneradores las trenzas rubias de dos querubines tan monos?
Pero, mientras tanto, la vida sigue. Y España no se ha levantado irreductiblemente monárquica por mucho que aplaudan sus señorías y miren con gesto avieso a quien no lo hace.
El derecho a la discrepancia continúa vigente (hasta nueva orden).
Y la sobreactuación monárquica resulta de lo más ridículo, se pongan como se pongan.
Allá ellos.

viernes, 28 de octubre de 2016

SINVERGÜENZA, CAPULLO, GILIPOLLAS

La misericordia cristiana que desplegaron los medios de comunicación y el tertulianismo del búnker para con Felipe González cuando hace poco le protestaron estudiantes radicales en la Universidad Autónoma de Madrid no ampara a Pablo Iglesias. Al líder de Podemos se le puede calificar de "sinvergüenza", "capullo" y "gilipollas" en el mismísimo Congreso de los Diputados sin que se produzcan aspavientos condenatorios. Si Podemos espolea "atmosféricamente" (Ruben Amón dixit) una difusa violencia antisistema, no sé cómo habría que calificar el insulto sin matices contra quien dirige una organización política con cinco millones de votantes.
A Antonio Elorza, desde luego, no le debió de molestar en absoluto o (al menos) no lo expresó y sí incidió al día siguiente en que Pablo Iglesias se come a los niños crudos.
En la radio se escuchó a la tertulianía paleoprogresista ridiculizar al líder de Podemos comparándolo con el Rayo Vallecano, cosa que a los que somos de Vallecas y del Rayo nos escuece y que denota un cierto tono de clasismo un tanto repugnante.
La crispación está ahí y no la ha traído Podemos al Congreso. Se trata del establishment construyendo lo que Belén Barreiro apunta en su excelente artículo ¿Hacia un sistema democrático de partido único?
La Triple Alianza de PP-PSOE-Ciudadanos dibuja un panorama demasiado parecido al que aparece en el cómic V de Vendetta de Alan Moore y ya se sabe cómo acaba ese relato, con el parlamento volando por los aires.
Pero así seguiremos, supongo, ya que Pablo Iglesias es el blanco preferido de quienes no quieren que España cambie y por ello le han calificado de "maltratador", "narcisista bad boy" siempre "dispuesto a destripar a la brava a quien se ponga por delante", "tigre dispuesto a devorarlo todo"... Resultaría interminable la compilación de imprecaciones públicas contra un personaje al que, hasta ahora, se contrapone la dulzura de Íñigo Errejón.
Pero que nadie se equivoque: si mañana Íñigo Errejón sustituyera a Pablo Iglesias, se convertiría inmediatamente en el mismo monstruo sin entrañas que la viejísima casta pinta a cada ocasión para asustar a las monjitas.

sábado, 1 de octubre de 2016

UNA PELEA DE BURÓCRATAS

Salió a la palestra Josep Borrell y puso de manifiesto el radical abismo que separa la inteligencia política de cierta generación de socialistas y la irreflexión del actual plantel de dirigentes que andan a palos entre ellos.
Están los dinosaurios (con Felipe González a la cabeza) y Borrell, un socialista íntegro aunque (por equivocación) le hayamos incluido alguna vez en la lista de beneficiarios de las puertas giratorias. Borrell es brillante y no le hubiera hecho falta un ministerio para ocupar un lugar de privilegio en la empresa privada.
Pero a lo que vamos. Borrell habló y dejó claro que sea lo que sea lo que quiera ser el PSOE de lo que se trata es de construir un relato coherente en vez de conducirse en un zigzag de bandazos absurdos.
Él aceptaría una abstención pero con condiciones y, en todo caso, antes de eso apoya explorar la vía de un gobierno de cambio.
Porque, como reconoció de modo certero, "en Podemos están muchos de nuestros hijos".
Y replicó a Felipe: si hay que respetar a los votantes del PP también hay que mostrar ese mismo respeto con los cinco millones de electores que optaron en las elecciones por la formación morada.
Se vio perfectamente la sideral distancia entre alguien que sí tiene convicciones ideológicas y los burócratas que se pelean por quedarse con el PSOE en propiedad.
Simples burócratas todos: Pedro Sánchez, Susana Díaz, Antonio Hernando, Verónica Pérez, César Luena, Juan Cornejo, Antonio Pradas, Rafael Simancas...
El resumen del nivel en el que se está moviendo el PSOE es el emoji llorón de Patxi López para expresar su desolación ante la crisis del partido en que milita.
Teresa Rodríguez ha dicho a la cara en más de una ocasión a Susana Díaz que su problema es que no ha trabajado en la vida.
Basta con echar un vistazo a la trayectoria profesional de los nuevos mandos del PSOE para ver de qué va esta historia.
Verónica Pérez (la que se arroga la jefatura socialista a las puertas de Ferraz enviada por Susana Díaz) se votó a ella misma como concejala cuando tuvo edad para ir por primera vez a las urnas y desde entonces no se ha apeado del cargo.
César Luena ha hecho el trayecto de Logroño a Madrid sin abandonar la mullida moqueta de los despachos del PSOE.
Antonio Pradas entró adolescente en el PSOE y tres cuartos de lo mismo, saltando de una diputación a una alcaldía pasando por la dirigencia de alguna sociedad pública.
Antonio Hernando comenzó como abogado de la UGT y llegó a ser vicepresidente de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes y luego fue adoptado, según dicen, por Rubalcaba
Y así todo.
No se trata de criminalizar la política profesional pero resulta muy dudoso que gente así tenga conciencia de lo duro que ha sido la crisis han sufrido numerosísimas españolas y españoles.
Y luego está el vacío ideológico en el que se mueven los de uno y otro bando.
A Pedro Sánchez le reivindican como Corbyn a la española cuando después del 20D pactó un programa de centroderecha con Ciudadanos.
Susana Díaz, según quienes conocen bien la política andaluza, lleva sin gobernar desde que llegó y en su discurso, más allá de tópicos y sentimentalismo barato, no se atisba noción alguna de cuál es su idea de socialdemocracia.
Así que se trata de una pelea descarnada por el poder. No hay más.
Luego están los opinadores y artistas que, con un argumentario propio del que despliega una Miss en pugna por la corona, piden la paz mundial y un gobierno PSOE-Podemos-Ciudadanos.
La cuadratura del círculo.
Esta crisis refleja el agotamiento del Régimen del 78 que, a la vez, tal y como señala Lucía Méndez, está siendo juzgado en el caso de las tarjetas black: los viejos partidos, los sindicatos, el empresariado y toda una élite que perdió el contacto con la realidad y creyó que era absolutamente normal enriquecerse de cualquier modo.
Pedro Sánchez no es nuestro Corbyn. Ojalá lo fuera. Supondría ello que hay un debate ideológico.
Pero no.
Solamente hay burócratas batallando porque, como también dijo Teresa Rodríguez a Susana Díaz en el parlamento andaluz, no tienen dónde volver si se les acaba la política.

miércoles, 31 de agosto de 2016

LO QUE LA PRENSA NO DIRÁ MAÑANA


Con la soberbia que me caracteriza haré una serie de valoraciones acerca de lo visto en la primera sesión de investidura acaecida en el Congreso y que (a buen seguro) no coincidirá con lo que la prensa biempensante (tertulianía y analismo en general) va a contar mañana por la mañana si no se rompe la noche.
Y digo.
Que a Pedro Sánchez se le veía acojonadito pese al excelente bronceado que ha conseguido este verano.
Que Mariano Rajoy estuvo bien, con su retranca gallega a pleno rendimiento y como si en el fondo le importase un bledo ser machacado en la votación.
Que Albert Rivera no sabía si sorber o soplar y, de modo inadvertido para él mismo, puso ojitos de amor cuando Rajoy le lanzó un requiebro ("está bien hacer nuevos amigos").
Que Pablo Iglesias estuvo muy bien (esto sí que no se lo oirán a casi ningún periodista porque somos como somos y todavía Podemos no invita a gambas en Casa Manolo, que mira que se lo tengo dicho).
Que el PNV es un partido extraño, a medio camino entre el carlismo decimonónico y la doctrina social de la Iglesia de León XIII.
Que los catalanes siempre van a su rollo.
Que Coalición Canaria mola mucho porque siempre vota a favor (de Sánchez, de Rajoy y hasta de Felisuco si se diera el caso) con tal de que les prometan alguna cosilla para las islas.
Que el debate tuvo un nivel notable y, desde luego, se situó bastante por encima de las tertulias donde los periodistas exhibimos una superioridad moral que no se explica teniendo en cuenta que todos (me incluyo) hemos errado en cada pronóstico realizado.
Que los rusos han escuchado marcianos y eso le va a complacer sobremanera a Iker Jiménez y a su mujer.
Que vamos con flores a María a votar en Navidad lo cual va a ser para mear y no echar gota.
Que Serrat y Sabina siguen insistiendo en que si todos cerramos los ojos muy fuerte y nos damos la mano lograremos un mundo mejor en el que se haga realidad un gobierno PSOE-Ciudadanos-Podemos-Partido del Bierzo.
Que Javier Cárdenas hará felices a todos los cuñados de España con su nuevo programa en TVE.
Que el bipartidismo era muchísimo más aburrido.
Que el señor de Unión del Pueblo Navarro era totalmente como uno imagina a un diputado (muy) de derechas de Pamplona (aunque a lo mejor no sea de Pamplona que, como decía Paco Umbral, no querrá usted que me levante ahora a mirarlo).
Que Antonio Hernando (el de las gafas de colores) volvió a hacerlo: "Pablo Iglesias pudo hacer presidente a Pedro Sánchez y no quiso".
Que España se merecería un gobierno del cambio pero, de momento, pintan bastos.
Y nada.
Sólo eso.
Perdonen las disculpas y que no se extinga la llama.

jueves, 23 de junio de 2016

CARTA A IRENE, AMIGA INDECISA

Esto no le va a gustar nada a nuestro común amigo José Luis Fuentecilla. Porque voy a hacer un discurso sentimental. La política nace (también) de las emociones.  Y, en el fondo, querida Irene, tú y yo somos unos sentimentales. Así que hablemos de lo que importa.
Venimos de muy lejos. De las asambleas del 0'7, las huelgas estudiantiles, el no a la guerra, la terrible mañana de marzo en la que sobre la sangre se vertieron infames mentiras, ese mayo de flores en la Puerta del Sol, el principio de todo, aquel domingo tan reciente en que nos emborrachamos atardeciendo en Las Vistillas porque con Manuela había llegado la decencia a nuestra ciudad.
Y ahora se abre otro capítulo más. Un capítulo decisivo.
Ahora toca decidir si, de verdad, las cosas pueden ser diferentes
Nada es perfecto.
No lo es Podemos y no lo es (ni muchísimo menos) Pablo Iglesias.
Pero ellas y ellos son los nuestros.
La gente con la que hemos estado caminando hasta ahora, los mismos con los que nos hemos cruzado en la facultad, en las manifestaciones, en los bares de Malasaña y Lavapiés, en las largas horas de soñar un futuro probable.
También existe la posibilidad de apartarnos a un lado, dejar a los burócratas en sus sillones, eludir la pelea.
No es nuestro estilo, Irene.
No somos tan jodidamente viejos.
Aprovechemos la oportunidad y concedámonos un poco de diversión. Tampoco pasa nada. Si nos equivocamos, dentro de cuatro años (o antes) cambiaremos el voto y volveremos a lo de siempre.
Así de simple.
Venimos de muy lejos. El mismo mar de todos los veranos regresará a devolvernos la infancia y luego miraremos hacia atrás y habrá que preguntarse si hicimos lo que debíamos.
Y tú y yo, Irene, volveremos a disentir y a la risa purificadora que lo borrará todo y tal vez no te haya convencido. Pero qué importa. Siempre quedará el próximo encuentro.


miércoles, 8 de junio de 2016

EL DILEMA SÁNCHEZ

El problema del PSOE en esta campaña es que no tiene un relato al que aferrarse más allá de apelar a los "socialistas de corazón" para evitar la extinción de un partido histórico.
El problema del PSOE es que pactó con Ciudadanos, que es una derecha (a poco que se escuche con atención al ultraliberal Garicano) más peligrosa si cabe que la que representa el Partido Popular. Ciudadanos es el copago sanitario, la desregulación laboral, el fin de la universidad para todos y (aunque, de momento, lo disimulan un poco) la xenofobia que viene.
El problema del PSOE es que ha optado por el enfrentamiento frontal con Podemos y por la burda demonización de Pablo Iglesias, lo cual quiere decir que jamás aceptará un pacto con la formación morada y lo cual quiere decir (tal y como admiten -siempre off the record- dirigentes del PSOE) que se verán abocados a dejar que gobierne Mariano Rajoy si éste se coloca como el candidato más votado.
El problema del PSOE es que, una vez el pacto entre socialistas y Ciudadanos se ha convertido en inoperante, no existe un escenario realista en el cual Pedro Sánchez pueda siquiera intentar la formación de gobierno. Podría suceder si el PSOE gana las elecciones y queda como fuerza más votada. Pero eso no va a pasar. Podría suceder si Mariano Rajoy queda primero y (otra vez) renuncia ante el Rey a intentar conformar un ejecutivo y no se produce el temido sorpasso. Pero eso ni mucho menos va a pasar (lo del sorpasso está en el aire; lo de que Rajoy vuelva a borrarse del mapa, ni en sueños).
El problema del PSOE es que sus burócratas de guardia (Hernando, Luena, López) siguen empeñados en insultar a Pablo Iglesias día sí y día también. Y eso acaba provocando franca antipatía e, incluso, un peligroso efecto rebote porque si el PSOE y Eduardo Inda coinciden, apaga y vámonos.
El problema del PSOE es que tiene un tono de campaña triste y crispado que sólo seduce a quienes (por inercia generacional o patriotismo de partido) creen que las cosas nunca deben cambiar.
El problema del PSOE es que no se atreve a tomar un nuevo rumbo y sus barones representan la España anciana.
El problema del PSOE son las amplísimas capas de precariado que abundan en este país y a las que "la amenaza venezolana" les es absolutamente indiferente.
El problema del PSOE es que los "socialistas de corazón" se han pasado, en muchos casos, a Podemos y sus confluencias.
El problema del PSOE es que ha tratado a más de cinco millones de votantes con un desprecio que ahora puede volvérseles en contra.
El dilema de Pedro Sánchez es apostar por la ruptura de los viejos apriorismos y avenirse a un gobierno de coalición con las fuerzas de progreso o quedar relegado (hasta nueva orden ciudadana) a una posición ornamental.
Pero Pedro Sánchez sigue hablando de ganar las elecciones y exigiendo a Ciudadanos y Podemos una adhesión inquebrantable para que gobierne el PSOE porque "así es como funcionan las cosas".
Y no.
Las cosas ya no funcionan así.
Podemos y sus confluencias gobiernan en las grandes ciudades de España y eso significa que tienen perfecto derecho a gobernar el país.
Queda todavía el recurso al miedo (ese que están explotando PP y Ciudadanos con escasa fortuna).
Veremos cómo transcurre la campaña.
El dilema Sánchez se resume en un hecho tozudo: sin Podemos resulta imposible cambiar España y echar al PP de la Moncloa.

jueves, 21 de abril de 2016

LOS PERIODISTAS Y PABLO IGLESIAS

Acusa la Asociación de la Prensa de Madrid a Pablo Iglesias (entre otras muchas cosas) de procacidad. Ahí le han dado. La verdad es que yo tengo poco respeto por la profesión periodística porque llevo unos cuantos años ejerciéndola y nos conocemos todos pero tampoco voy a disculpar la torpeza del líder de Podemos. A los periodistas (mira que se lo tengo dicho) hay que invitarles a gambas y con eso se les tiene ganados para la causa. Pero Pablo Iglesias no aprende.
Lo de la procacidad, supongo, es porque dijo no sé qué de masturbarse para criticar a algunos periodistas y cometió la estupidez (las cosas como son) de mencionar a un periodista en concreto llamado Álvaro Carvajal.
Salieron en tromba los chicos (y chicas) de la prensa a decir que hasta ahí podíamos llegar y, en parte, tenían un poco de razón pero yo me acordé de cuando Federico Jiménez Losantos dijo que a él le gustaría matar a tiros a los de Podemos y ningún compañero se levantó de la mesa ni protestó y no sólo eso sino que a Losantos le invitaron al cumpleaños de Vargas Llosa. La APM no recuerdo que levantase el dedo y alertase de lo poco ejemplar de amenazar con un tiro a bocajarro al prójimo.
La APM, para quien no conozca tal asociación, es una cosa a la que se inscribían los periodistas para tener médico privado. Resulta que ese servicio lo pagaba la Comunidad de Madrid con dinero público y entre Podemos, PSOE y Ciudadanos se lo quitaron y hubo llanto y crujir de dientes y los honrados trabajadores de la prensa se quedaron sin ir a la Jiménez Díaz, hospital que (según dicen) está muy bien para dar a luz.
Pero vayamos al lío: ¿tiene derecho Pablo Iglesias a criticar a un periodista concreto e ironizar con su habitual colmillo? Pues, hombre, según. Si el periodista es Paco Marhuenda o Eduardo Inda, que dirigen medios y pueden defenderse a voces, más bien sí. Pero el pobre Álvaro Carvajal es un plumilla de a pie y a esos se nos tiene que tratar con piedad cristiana.
Cualquiera que haya trabajado en un medio sabe que el periodista está sujeto a contradicciones y que, sí, en mi hambre mando yo pero en este sector hay mucha hambre y decirle a tu jefe que no te toque un titular pues, en fin, no suele ser un procedimiento adecuado para conservar el puesto.
Los periodistas hacemos lo que podemos y es verdad que en el caso de Podemos (valga la redundancia) hay verdaderos militantes que se suman con gusto a ciertas campañas de intoxicación. Lo de los papeles sobre la supuesta financiación ilegal de Podemos olía directamente a mierda pero, aún así, se aireó en medios de risa y en medios serios como si se sostuviese.
Luego están los que dicen que se aburren mucho con esta situación de bloqueo político habiendo vivido decenios de verdadero aburrimiento bipartidista. Hombre, nos pagan para no aburrirnos contando la actualidad política que, por otra parte, está de lo más entretenida (me parece a mí).
Dicho todo esto alguien tendría que aconsejar a Pablo Iglesias que cuente hasta diez antes de decir ciertas cosas.
En fin, que mi solidaridad con Álvaro Carvajal (sobre todo como miembro de una redacción que va a ser sometida a un cruento ERE) pero tampoco sobreactuemos ya que esta profesión tiene problemas mucho más graves que unas declaraciones desafortunadas de Pablo Iglesias.

domingo, 10 de abril de 2016

HE VISTO LA ÚLTIMA DE ALMODÓVAR

Resulta fuera de toda controversia el talento de Almodóvar para colocar la cámara, dibujar planos de extraordinaria belleza kitch, dirigir actrices de modo que actúen exactamente como lo haría el propio Almodóvar, estilizar paisajes urbanos, melodramatizar mediante certeros pasajes musicales y ejecutar puestas en escena memorables. Otra cosa es que detrás de todas esas habilidades, detrás de la escritura virtuosa de cada una de sus películas, haya algo. Y hace mucho que Almodóvar no tiene absolutamente nada que decir.
Vi Julieta en el mismo cine donde, hace glaciaciones, descubrí en sesiones de madrugada Pepi, Luci, Bom, Laberinto de pasiones o Entre tinieblas. Eran (entonces) los cines Alphaville y yo me recluía en sus catacumbas con mis camaradas Juan y Vallejo y (años 90) salíamos deslumbrados por el brillo de un tiempo que no conocimos (La Movida) y por la capacidad transgresora de un tipo capaz de casi todo.
Las mejores películas de Almodóvar son películas realistas. Casi documentales de un momento y de un país: la Movida, los 80/90, la fiesta continua que (de pronto) para, Átame y la violencia y el sexo, el proletariado y lúmpen en ¿Qué hecho yo para merecer esto?, las drogas y la homosexualidad en La ley del deseo y el tigre de las monjas y tantas brillantísimas imágenes hipnóticas, demostraciones empíricas de que Almodóvar es uno de los grandes, un director al que echamos de menos aunque (incluso) nos decepcione con películas como Julieta.
Julieta es la nada, tres cuentos de Alice Munro hilvanados para dar lugar a una sucesión de escenas hermosas a veces, rutinarias otras, repetidas en la mayor parte de los casos. Adriana Ugarte está soberbia. Emma Suárez es Emma Suárez. Rossy de Palma siempre funciona. El personaje masculino, para variar, es guapo y no se le exige gran cosa.
Pero, claro, ¿y qué cuenta Julieta? ¿De qué habla?
De la pérdida, he oído decir al autor.
Viene muy bien que nos lo explique porque el espectador, una vez llegado al plano final, no lo habrá descubierto. El relato no va más allá de su enunciación: chica conoce a chico muy guapo en un tren, tienen una hija y luego (muy al final) estalla una tragedia que provoca una huida y tal vez exista un reencuentro o no.
Pero nada llega al corazón. Y casi todo lo hemos visto: la fotografía rota y recompuesta, el encontronazo en plena calle y ellas con gafas de sol de divazas a lo Norma Desmond, el viaje en coche, las cocinas de colores, el papel pintado tan bonito de la pared...
Hay algo de misterio y de calidez en todo el pasaje del tren, una cierta magia. Tal vez la mejor parte de la película.
Pero después están esos detalles autorreferenciales que son el peor Almodóvar: Bimba Bosé y Elena Benarroch pasando por allí y, como bien apuntó Boyero, esas frases que apestan a cosmopolitismo impostado ("la vi en el lago de Como", "la conocí en el Festival de Música Sacra de Fez"...).
Dice Almodóvar que hace mucho que no sale a tomarse una copa por la noche y confiesa que tal vez eso le ha apartado de cierta comprensión de la realidad. Pero una cosa es una cosa y otra es que Julieta suceda en un país inventado y absurdo, ajeno a la crisis y al hundimiento de Europa, donde nadie tiene problemas económicos, la gente es desgraciada pero viaja por todo el mundo para consolarse, en Galicia no se habla con acento gallego, en los años 80 se viste con prendas de H&M y las mujeres se hacen mayores mas los hombres se quedan igual porque total para qué. Vemos una preciosa casa de campo que en un diálogo se describe como "sin comodidades". Luego entramos en la casa y ya quisieran esas incomodidades tantos españoles que se abrigan con una manta para no encender la calefacción.
No hagamos, en todo caso, demagogia ya que no es obligatorio darse al cine social (casi mejor no hacerlo si se hace mediante la obviedad) aunque sí sorprende que un tipo tan listo como Almodóvar, que fue capaz de retratar España bajo su particular prisma, se haya olvidado de lo que pasa en la calle.
Sucede a veces.
Uno se encierra con sus amigos, cierra la puerta a toda crítica y a toda zozobra y acaba repitiendo el mismo chiste pero no pasa nada porque los de siempre, cada vez más viejos, ríen la gracia.
Pero a la que te descuidas estás muerto.
Yo soy de los que vieron en Los amantes pasajeros ciertas virtudes. Me resultó enternecedor contemplar a Almodóvar tratando de recuperar su juventud, intentando volver a las comedias salvajes de los 80, con su tendencia a la zafiedad y el desenfreno.
Y en el avión de aquella película se veía España.
En Julieta no se ve absolutamente nada.
Es una pena.
Aunque, eso sí, denunciemos la enorme idiotez escrita por Boyero al señalar que el plano final de Julieta se parece sospechosamente al de Los exiliados románticos de Jonás Trueba. Más alla de que en ambos planos aparece un lago, nada tiene que ver uno con otro.
Y aprovecho para rogar a todo amante del cine que, por favor, busque por cielo, tierra y mar esa miniatura de Trueba El Joven y la disfrute porque es de lo mejor que se ha rodado en este país en mucho tiempo.
Resumiendo, Julieta es una película fallida.
Seguimos (aún desde la severidad) amando a Almodóvar.
Sigue siendo uno de los grandes, a la altura de Douglas Sirk y Fellini.
No estaría de más que buscase una verdadera historia que contar.

lunes, 4 de abril de 2016

EL CUMPLEAÑOS DE MARIO

Hubo otro cumpleaños que marcó una época. Fue el cumpleaños de Ronaldo (el Viejo) que inspiró una bellísima canción de La Costa Brava y al que acudieron las mujeres más hermosas de la ciudad allá por 2003 Al cumpleaños de Ronaldo (el Joven) fue el cantante colombiano Kevin Roldán y Gerard Piqué se burló de ello.
Los cumpleaños los carga el diablo y más si el amor llega así de esta manera como ha sucedido en el caso de Mario Vargas Llosa.
Al estilo de María Antonieta pero sin croissants porque para cenar no se estilan se hizo un festejo en el lujoso hotel Villamagna y el establishment se hizo carne en los salones, besando la mano de doña Isabel Preysler.
Nadie discute el mérito literario a Vargas Llosa pero hoy por hoy resulta de mayor relieve su carácter de icono para un poder establecido preocupadísimo por Venezuela y bastante despreocupado, sin embargo, por las llamas que devoran Europa en forma de ultraderechismo feroz, desigualdad y migraciones salvajes.
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler unieron en un mismo abrazo a Felipe González y a Esperanza Aguirre (a la que el Nobel calificó en su momento de "Juana de Arco del liberalismo"), a Rosa Díez a su ejecutor (o sea, Albert Rivera), a periodistas del paleoprogresismo de la Transición y a Federico Jiménez Losantos (que, por un día, no insultó), a Orham Pamuk y a Boris Izaguirre.
Todo fue precioso.
Faltó una joven Claudia Cardinale riendo entre los ancianos como en El Gatopardo.
A las puertas del hotel Villamagna los paparazzi congelaban la noche con sus flashes y dentro había cocktail y posterior cena enormemente sabrosa. Las horas discurrían en la mayor de las delicias como si no pasara nada en el mundo.
Vargas Llosa y el establishment danzan y vigilan que Venezuela camine hacia la democracia mientras Europa arde por los cuatro costados.
Un cumpleaños con la orquesta del Titanic tocando.
Ahora queda esperar que Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler se casen y sería pluscuamperfecto que la boda se celebrase en Los Jerónimos con la presencia de Su Majestad el Rey Felipe VI y doña Letizia y los académicos de la Real Academia de la Lengua Javier Marías, Félix de Azúa y Arturo Pérez Reverte que, cuando llegue la tarta, entonarían borrachos canciones de la Legión.
Viva España y viva Perú.

viernes, 4 de marzo de 2016

CAL VIVA

Nada de eso sucedió. Me hicieron director general, me divorcié de Concha y me fui a vivir a Las Rozas, eran tiempos felices de verbena en Miguel Yuste, abre la muralla, copas y conversación en la alta madrugada con ministros y Charo López en la luz de humo de incontables cigarrillos, vino la Expo y las Olimpiadas, éramos indestructibles, nos recibían en los mejores restaurantes de la ciudad, Andrea se quedó embarazada y el chalé se nos hizo pequeño, aquella tarde en Ferraz cuando Felipe nos dio un abrazo a todos, somos la historia en marcha (creo que dijo), el miedo y el horror ante el cadáver de Luis, asesinado por ETA, su cuerpo inerte en la capilla ardiente bajo la bandera rojigualda, su viuda absolutamente rota ante el féretro, pero en seguida nos fuimos a cenar otra vez, llegaré tarde (avisé a Andrea), balas contras balas, Damborenea está loco (comentó alguien), éramos felices, sin embargo, felices y jóvenes a nuestros cuarenta y tantos años, cincuentones pero encaramados al poder y del poder a los despachos empresariales, dejar el tabaco tras tantos años de nicotina fue lo más difícil, Guadalajara y nuestro presidente acompañando a Pepe y a Rafa, sindicatos del crimen apostados en las páginas de los periódicos y niñatos de derechas abucheando a socialistas por los campus universitarios, éramos el triunfo y la resistencia, la España nueva que nos prometieron nuestros abuelos republicanos, la luz declinante de la tarde cuando a nuestro amigo Paco le dijeron que el cáncer lo iba a arrasar todo en apenas unos pocos meses, Andrea lejos, el amor apagándose y todavía verbenas y hoy puede ser un gran día (Serrat en Las Ventas), tardes de toros también, nada de lo humano nos era ajeno y había que apresurarse, era demasiado tiempo de padecimientos y ahora nos tocaba a nosotros, fuimos felices, cambiamos este país, teníamos la razón. Y nada de eso sucedió. No hubo cal viva manchando nuestras manos y ese maldito advenedizo leninista no tiene derecho a decirnos lo que nos dijo, somos inocentes de toda culpa, el pecado es el suyo, su radicalismo de asamblea universitaria, nosotros también fuimos así pero cambiamos, nosotros nos sometimos a las traiciones necesarias, la realidad atemperó nuestros ímpetus rupturistas y no, Pablo, jamás sucedió, no puedes hablarnos así, no es admisible recordar que alguien (tal vez en nuestro nombre, tal vez con consentimiento de los nuestros) mató, torturó, secuestró, es más complicado de lo que pensáis, si hubierais vivido aquella tragedia diaria, aquella muerte tras muerte, Luis en el ataud (muy serio cuando tanto reía), no tienes derecho, Pablo, a mencionar aquello. Porque nada de eso sucedió. Porque no podeis comprender que aquellas sombras son parte de una luz cegadora que fue la luz de nuestros mejores días.

sábado, 20 de febrero de 2016

DISCREPANCIA CON LAS CORBATAS DE PABLO IGLESIAS

Yo discrepo con Pablo Iglesias con respecto a sus corbatas pero en el resto (en casi todo aunque no en todo) estoy bastante de acuerdo.
Lo que pasa es que no hay manera.
Podemos no tiene quien le escriba (a favor). Entre ciertas torpezas (ejem) y el racaraca en forma de campañas cuasidifamatorias no se escucha cosa buena del nuevo partido.
No hay tertuliano afín a Podemos que salga en la tele porque Podemos (en contra de lo que cree el diario monárquico ABC) no ha repartido todavía prebendas entre la prensa y los periodistas, si no se invita a gambas, no nos mostramos favorables.
Véase el caso de Herman Tertsch, que recibió un milloncete de euros del erario público por cortesía de Esperanza Aguirre (vía Telemadrid) para así preservar su liberalismo y su independencia.
Cuentan que estaba Isabel II en palacio y le anunciaron:
- Han llegado los periodistas, Majestad.
A lo cual contestó (con tremendo tino):
- Denles de comer.
La anécdota seguramente será apócrifa e Isabel II (la reina española que tiene estatua frente al Teatro Real) tal vez no recibió a los chicos de la prensa en su santa vida pero resulta esclarecedora para comprender la idiosincrasia de esta profesión capaz de toda miseria y toda grandeza.
A lo que vamos.
Discrepo de las corbatas de Pablo Iglesias pero que el juicio por blasfemia a Rita Maestre se cubra como una crónica de sucesos en la que la concejala ejerce las veces de criminal no parece lo más lógico.
Menos mal que Rubén Amón escribió una estupenda reflexión al respecto.
Pero pasa lo que pasa.
A Pablo Iglesias se le exige que pida por favor y con la boina en la mano (al modo de Alfredo Landa en Los santos inocentes cuando entraba en casa del señorito) permiso para votar sí a la investidura de Pedro Sánchez. Pero sólo eso. Ya lo de ser vicepresidente es otra cosa y no se puede.
El tonito.
Eso es lo que no gusta a cierto socialismo jurásico e, incluso, a ciertos nuevos burócratas del PSOE.
El tonito de Albert Rivera, el hombre que quiere solucionar las diferencias de condiciones laborales entre los españoles convirtiendo a todos los españoles en precarios, sí gusta más.
Y luego está el abismo generacional.
Cada vez Chani opina en la tele se manifiesta como incontrovertible verdad que algo se hizo mal en la Transición.
El caso es que (intuyo) hay un importante porcentaje de la población infrarrepresentado en los debates televisivos, las columnas de opinión y la vieja prensa. En Twitter no tanto.
Existe un buen número de españoles a los que no les parece tan deplorable la gestión que están haciendo los alcaldes y alcaldesas del cambio, que se espantan ante la detención de titiriteros o el procesamiento de una concejala por su pasado activista.
Un montón de gente a la que se le escapa la risa cuando ven convertido en noticia de alcance el que el ayuntamiento de Zaragoza gastase 16 euros en gomina frente a las pantagruélicas cuentas de restaurante que dirigentes empresariales y políticos del anciano bipartidismo dejó en los cajones de la instituciones.
Millones de ciudadanos a los que indigna que su voto sea denostado a diario.
No está mal que se fiscalice informativamente a Podemos.
Lo de que haya jueces "implicados con la acción de gobierno" fue una idiotez en toda regla (ya corregida).
Que todo lo público sea objeto de escrutinio por parte de la prensa.
Lo que pasa es que mientras la chorrada de la gomina se coloca como noticia destacada en los informativos televisivos no veo que otros asuntos tengan tanta repercusión mediática. Un par de ejemplos.
Ejemplo primero. El diputado regional en la Asamblea de Madrid que espetó a Hugo Martínez Abarca, representante de Podemos, la instructiva frase: "Dínoslo en la calle si tienes cojones".
Ejemplo segundo. La violenta reacción de Pércival Manglano (PP) ante Nacho Murgui (Podemos) tirándole unos papeles a la cara en modo macarra de tugurio.
Y ya no hablemos del regocijo que ha producido ver a un concejal de Podemos acosado por funcionarios públicos (policias para más inri) que le gritaban "perroflauta" y "rojo de mierda".
Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior, dijo al respecto (traduciendo sus sinuosas palabras a un lenguaje castizo): "Que se joda".
Luego diremos que Podemos está crispando la sociedad española.
En fin.
Por debajo de toda esa espuma informativa, de las voces y el ruido, hay una España que sigue apostando por cambiar este país y hacerlo más justo y limpio. Un poco de respeto hacia toda esa gente no estaría de más.
En cuanto a las corbatas de Pablo Iglesias, insisto en mi discrepancia.

sábado, 6 de febrero de 2016

LOS TITIRITEROS Y ALFONSO GUERRA

No era (eso seguro) la función de títeres más adecuada para un público infantil pero acabar en la cárcel por algo así resulta un tanto excesivo.
Me recuerda a la vieja historia de ese antifranquista detenido y enjuiciado por su activismo contra la dictadura y cuyos versos repletos de compromiso social fueron presentados ante el tribunal como prueba fehaciente de su condición de sedicioso. Su abogado argumentó: "Hombre, los poemas son muy malos pero tanto como para meter a mi defendido en la cárcel...". El antifranquista acabó en Carabanchel y, por fortuna, abandonó para siempre la poesía.
Pues lo mismo.
Sin que quiera decir  yo que estos titiriteros se asemejen a los heroicos antifranquistas ni que esta democracia imperfecta sea como la dictadura de Franco.
Que todo hay que explicarlo (no vaya a ser que a uno le muerda, en un descuido, Eduardo Inda).
El caso es que el tema de los títeres con mensajito antisistema va a ser asunto de conversación en las largas horas de tertulia televisiva y, de nuevo, servirá a la derecha cavernaria para demonizar a las nuevas fuerzas del cambio.
Contará esa embestida con la inestimable colaboración de cierta progresía avejentada que odia con toda su alma lo que que significa Podemos, las confluencias, los alcaldes del cambio y demás novedades políticas surgidas del 15M.
Alfonso Guerra ha dicho que la gente de Podemos son unos niños malcriados y que le recuerdan a los del 23F. ¿Pablo Iglesias igual que Tejero? Si cierto columnismo paleoprogre le ha calificado de bufón mussoliniano, ¿por qué no?
Lo de niños malcriados suena a reproche de padre que mientras desayuna ve entrar por la puerta a su hijo con evidentes síntomas de haber bebido, follado y disfrutado de lo lindo toda la noche y va y le echa la bronca.
El poder se toma generacionalmente, según dijo el propio Felipe González, y eso (claro) jode bastante a quien lleva desde 1978 sentando cátedra.
Pero, qué se le va a hacer, los tiempos están cambiando.
Y, por supuesto, hay a quien eso no le gusta absolutamente nada.
Está la derechona de siempre a la que cualquier gobierno de izquierdas le viene mal (la campaña contra Manuela Carmena repleta de polémicas chorras es calcada de la que se hizo a Zapatero) y está una generación de socialdemócratas gris marengo de la Transición a los que Podemos provoca una urticaria digna de mejor causa.
Yo creo que Felipe, Guerra y otros socialistas de antaño ven en los jóvenes de Podemos su propia juventud traicionada.
Pero tampoco es para tanto.
En una tertulia apocalíptica de la radio estaban pronosticando el Armagedón debido al gobierno de Podemos y confluencias en los ayuntamientos y, con toda tranquilidad, dijo Ramón Tamames: "Pues a mí me recuerda a cuando nosotros comenzamos a gobernar desde el PCE y el PSOE. Nos dijeron de todo y éramos igual de jóvenes y luego no pasó gran cosa".
O sea que (insistamos) no hay que exagerar.
Y en cuanto a los titiriteros, aduzco en mi defensa que no he visto la obra y que no basta con sacar un cartel de Gora Alka-ETA para que ello sea apología del terrorismo porque también en un capítulo de McGyver salieron etarras con cara de mexicanos y nadie demandó al aventurero que con un abrelatas te abría una caja fuerte.
Relajemonos que nos va a dar algo.

sábado, 23 de enero de 2016

MUNDO VIEJUNO

Hiperventila la gerontocracia del Antiguo Régimen y en un pasmoso ejercicio de paradoja una televisión de derechas ejecuta (con objeto de denunciar los tentáculos del chavismo en España) una imitación perfecta de la propaganda propia precisamente de una cadena bolivariana que pretendiera meter en la cárcel a un opositor.
Anatema, gritan los articulistas supervivientes de la Santa Transición y todo porque los nuevos no se les ponen al teléfono ni mucho menos les van a invitar a gambas en Casa Manolo.
Por la carrera de San Jerónimo va hablando él solo consigo mismo Raúl del Pozo, al que se le ha puesto cara de San Juan justo antes de escribir en su cueva de Patmos el Apocalipsis.
Pilar Cernuda, por su parte, exige a don Landelino Lavilla que intervenga.
Es como si una buena parte de los periodistas españoles se hubieran fosilizado ante la velocidad que ha tomado la situación política en España.
Las reglas del juego han saltado por los aires y ya no valen viejas fórmulas de análisis pero algunos siguen dale que te pego con el copy page de 1978 y añorando lo ricas que estaban las lentejas de Mona Jiménez.
Añádase al asunto que Rubalcaba y otros líderes jurásicos del PSOE hablan de humillación porque Podemos propone a Pedro Sánchez como presidente de gobierno (que ya es una forma rara de humillar a alguien, hacerle presidente).
Resulta que queríamos Borgen pero no tanto.
A Rubalcaba le sale el burócrata que lleva dentro y brama "eh, no, no, el poder es del bipartidismo y no se toca".
Pero, hombre, don Alfredo, que en Valencia su camarada Ximo Puig le dio la vicepresidencia a Compromís y su apreciada Susana Díaz hizo lo propio con Izquierda Unida durante una legislatura.
Gobernar en coalición es (claro) repartir carteras.
Ante tal evidencia siempre está el que viene con flores en el pelo, simulando neutralidad, y pide "que no se hable de sillones sino de propuestas concretas".
Una cosa no quita la otra y si no tiene usted otra cosa qué decir al respecto, puede volver a sestear a ver si le llaman para otra tertulia.
Hay un mundo viejuno (como titulaban los de Muchachada Nui) que no entiende nada.
Y cuando no entiende algo suele repetir muchas veces: "televisión, televisión, eso es televisión".
Porque entiende ese periodismo gagá que Podemos existe debido a que Paolo Vasile y Maurizio Carlotti (dos peligrosos izquierdistas donde los haya) se reunieron un día y decidieron socavar los cimientos del sistema con Gran Hermano VIP, Velvet y Pablo Iglesias.
Luego están los que, vía Ministerio del Interior (supongo), optan por las técnicas de golpe de Estado clásicas y filtran viejas grabaciones policiales en vídeo con dirigentes de Podemos que no eran dirigentes de Podemos en aquellos días y dirigentes de la CUP que, sí, no tienen problema en reivindicar a Chávez y a Kim Jong-un.
También está Inda y sus papeles de Irán y el ABC con una Tortuga Ninja en primera página.
Pero vamos a ver.
¿Por qué la propuesta de Pablo Iglesias de gobierno de coalición con él de vicepresidente ha irritado tanto a algunos opinadores?
Tal vez los que siguen tratando como frikis extraparlamentarios a la gente de Podemos debieran memorizar un número: 5.189.333.
Es la cifra exacta de los votos que recibieron Podemos y sus confluencias.
Apenas 300.000 menos que los del PSOE.
Recuérdese antes de proceder al sistemático insulto sea por cuestión de rastas, bebés en el hemiciclo o afición a la bicicleta.
En cuanto a la prepotencia de Pablo Iglesias o la supuesta falta de respeto al dirigirse al PSOE, pues sí, quizás.
Pero no estaba muy lejos del tono de Pedro Sánchez cuando, tras ningunear a Podemos en la formación de la Mesa del Congreso, dijo que Pablo Iglesias tenía "una pataleta de niño pequeño".
Estaría bien que por ambas partes se rebajase el nivel de acritud pero tampoco exageremos: lo de que en política se hacen extraños compañeros de cama sigue siendo una norma en vigor (y a veces se cumple literalmente).
Todo eso hay que entenderlo pero el mundo viejuno sigue con sus palabras gastadas y no lo ve.
Eh, ojo, que también hay (gracias al cielo) todo un periodismo y analismo que está comprendiendo las claves este nuevo tiempo y relatándolo  perfectamente: Lucía Méndez, Rubén Amón, Manuel Jabois (a ratos -le prefiero escribiendo de Pontevedra-, Pablo Simón, Antonio Gutiérrez-Rubí...).
Vivimos días apasionantes pero algunos editorialistas (casi todos) están enfadadísimos.
Tampoco es para tanto.
Ricardo de la Cierva escribió en el diario El País aquello de "error, inmenso error" cuando llegó Suárez al poder y luego mira.
Este mundo viejuno pasará y habrá que aceptar que las cosas son como son, que existe un aparato electrónico que se llama televisión donde también se hace política y que hay toda una corriente (¿mayoritaria?) que exige cambio y justicia social y que no pasa nada por intentarlo.
Ah, y nadie se ofenda porque cuando hablo de mundo viejuno no se trata de insultar a nuestros mayores (tampoco soy yo un jovencito) sino de una actitud vital.
Y en cuanto a lo que dijo Pablo Iglesias del abrigo de Ana Romero pues no, no estuvo muy acertado el líder de Podemos y cuando pueda que le pida disculpas a la periodista de El Español y tan amigos.
Ahora, Ana, que eso sea sexismo no estoy de acuerdo, que el otro día vi a Kanye West con un abrigo de piel (sintética, espero) muy molón.