jueves, 26 de febrero de 2015

Periodistas y políticos: una historia de amor

Los periodistas necesitan amor, cariño y, a ser posible, percebes. Un whiskito tampoco viene mal. O sea que somos personas humanas como las demás y, en general, obedientes. Amo mi profesión pero Berstein y Woodward sólo hubo dos y el resto nos ganamos la vida como podemos y fumamos bastante menos que Dustin Hoffman en la película.
Viene todo esto a colación de la cantidad de tonterías que decimos (me incluyo) y lo mucho que nos callamos. Cuando el rey Juan Carlos tenía a su amiga especial a mesa y mantel en el palacio de la Zarzuela los periodistas lo sabíamos pero nadie lo contaba. Luego pasó lo del elefante y ya todo quisque se lanzó a proclamar a los cuatro vientos que eso lo conocía todo el mundo. Pues no. Eso no lo sabía nadie porque nadie se atrevía a contarlo, lo cual está feo porque los periodistas están para ejecutar el relato de la realidad, caiga quien caiga.
Con Podemos se ha cerrado filas en la prensa más antediluviana y se les ha abierto las puertas de los platós porque la televisión (con todas sus miserias) resulta mucho más dinámica y conectada con las pulsiones de una ciudadanía rabiosa que acogió con los brazos abiertos a esos bárbaros que señalaban justamente con el dedo a una casta putrefacta.
Luego ha venido el aggiornamiento de casi todos los partidos (el PP sigue a su rollo, ya que como confesó certero el propio Rajoy a un grupo de colegas- "también hace falta un viejo carcamal como yo en el panorama político") y los periodistas se han decepcionado, igual que algunos electores, porque los de Podemos no son pluscuamperfectos y Juan Carlos Monedero se sacó una pasta asesorando a gobiernos bolivarianos. Inmoralidad manifiesta, claman esos periodistas que se llevan a casa en los bolsillos de la americana las croquetas de los saraos a los que les invitan los políticos. Venga, camaradas.
La sensación del momento se llama Ángel Gabilondo y provocó en los gacetilleros que fueron a su mitín-conferencia momentos de éxtasis que seguramente el pueblo llano no entendería pero, claro, el pueblo llano no se ha tenido que comer con patatas millones de mítines de burócratas mediocres que hilaban frase hecha tras frase hecha hasta adormecer al respetable, al cual se despertaba mediante un grito y música a todo trapo por la megafonía, para que los viejos agitasen las banderas y pudiesen comerse el bocadillo.
En comparación con Rubalcaba, Pepiño y demás, Ángel Gabilondo es Kim Kardashian.
Asunto diferente es que haber laminado al pobre Tomás Gómez mediante un golpe de estado al más puro estilo leninista no sea el mejor comienzo. Pero ya se sabe: bien está lo que bien acaba. Aunque hay que ver si todo acaba bien para el PSOE y recupera en Madrid el terreno perdido, lo cual dan por hecho algunas encuestas un día para, al día siguiente, negarlo tajantemente. La demoscopia está loca.
De todos modos, los periodistas son así. Se entusiasman con cualquier cosa. Yo nunca llegué a nada en el periodismo político porque siempre me apetecía más ir a comer con los cámaras del Congreso que con Pepiño Blanco. Tengo un amigo que comía mucho con Pepiño Blanco. Yo creo que eso no puede ser bueno.
Luego están los analistas, pero esos nos equivocamos casi siempre. Resulta que ahora los hay convencidos de que Podemos acabará en nada porque Syriza fracasará y a causa de Venezuela. El problema es que en Grecia seguramente no va a pasar nada catastrófico y si pasa, la gente va a pensar que qué cabronazos los alemanes con los pobres griegos y, en cuanto a Venezuela, Podemos ya ha puesto tierra de por medio y, además, Venezuela le importa un pimiento a quienes están preocupados por el paro y, en su defecto, por la precariedad, también llamada salarios de mierda.
Y luego está Susana Díaz. Susana Díaz tiene muy buena prensa en Andalucía porque quien paga manda y, al igual que sucedió en Cataluña durante años, los principales medios viven de publicidades y promociones varias de la Junta de Andalucía y eso explica que un ser así de mediocre obtenga parabienes de ciertos escribidores.
De Susana Díaz todos los periodistas saben que ordenó a los suyos votar a Pedro Sánchez para que no ganase Madina pero eso no se cuenta abiertamente. También resultó muy sucio difundir que Madina es bipolar, depresivo y con problemillas de carácter casi patológicos.  Sin embargo, todo eso se calla. Y cuando se sepa algún compañero dirá, como con lo del rey Juan Carlos, que era de conocimiento público.
¿Y Pedro Sánchez? Pues esa es otra. Los periodistas no saben si sorber o soplar porque el establishment un día lo encumbra y otro lo denigra.
En el debate sobre el estado de la nación estuvo francamente bien y, sin embargo, mucho columnista en principio afín estuvo tibio y acabó soltando esa melonada de "perdieron los dos: Rajoy y Sánchez". Pero como la realidad es tozuda al día siguiente se le dio por ganador a Sánchez ¡en la encuesta encargada por el diario El Mundo!
Y sí, para cualquiera con la mirada limpia, ganó Sánchez porque desquició a Rajoy y obtuvo como trofeo el que nadie hablase de las propuestas sociales del presidente del Gobierno y todos comentasen lo mucho que se había enfadado el gallego y el rudo exabrupto "patético" que había soltado.
Alberto Garzón, por cierto, también estuvo muy bien pero a Alberto Garzón los chicos de la prensa no le hacen ni puto caso salvo alguna chica de la prensa por razones eróticas.
El caso es que vivimos tiempos apasionantes y, mientras tanto, hay un locutor de radio que se hace una autopromo diciendo que él nunca hablará de política. Claro, como vivió en Estados Unidos, España le aburre. Pues nada, luego lloraremos porque la radio pierde relevancia frente a la televisión, atenta a toda convulsión social y presta (por mero interés de aumentar su audiencia) a abrir espacios para el debate.
De las entrevistadoras y entrevistadores agresivos hablaremos otro día. A mi me cayó bien Marine Le Pen un día que la vi en la tele siendo acorralada con saña o sea que imagínense.
Bueno, pues nada, que los periodista somos como somos, no tenemos arreglo. Sean ustedes piadosos con nosotros y menos mal que yo ya me dedico al periodismo de entretenimiento aunque me lo tengo que hacer mirar porque me apasiona la política tanto que el otro día soñé con Ángel Gabilondo y eso ya sí que no.
Cuando el destino nos alcance ya veremos. De momento yo les recomiendo a los de Podemos que inviten a un buen bife a los periodistas. Un periodista con el estómago lleno es un amigo fiel.


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