lunes, 11 de junio de 2012

LUNES, DESPUÉS DEL RESCATE

Cuenta Baroja en El árbol de la ciencia que, mientras España perdía sus últimas colonias y se consumaba así el desastre del 98, los españoles se iban tranquilamente a los toros. Al de la boina esto le irritaba tremendamente. Bueno, somos así. Oscilando siempre entre el dramatismo y la despreocupación. Todo es trágico en apariencia pero, a la vez, en el fondo, nos importa un bledo. Lo digo porque, al final, hubo rescate y seguimos tan campantes y no sólo eso sino que la prensa española (la de derechas), como en el 98, se entrega con aplicación a disfrazar la realidad . Un empate de mierda contra Italia es ensalzado como gesta futbolística heroica y el rescate, nada, una cosita sin importancia y, si me apuran, un exitazo sin precedentes de don Mariano Rajoy. Ya de traca es el titular del diario El Mundo: 'Aguanta, somos la cuarta potencia de Europa, España no es Uganda'. Es el texto de un SMS que supuestamente envió el presidente del Gobierno a Luis De Guindos durante las horas críticas en las que el Eurogrupo debatió cómo arreglar la avería financiera que nos martiriza. Resulta evidente que Rajoy está incapacitado para toda épica y que si su aportación a los libros de Historia ha de resumirse en esa frase, aviados vamos. Ni "sangre, sudor y lágrimas" ni "paz, piedad y perdón", no. "España no es Uganda". Un país como Dios manda, podría haber añadido en aras de la fidelidad a su propio estilo.
Luego dijo, en solemne rueda de prensa:"me voy a la Eurocopa tras haberse resuelto la situación". La verdad es que, por muy gallego que sea, no puede negarse lo profundamente español que resulta Rajoy en estas situaciones. A un español no le quitas del fútbol (o de los toros en tiempos de Baroja) ni en medio de la peor de las catástrofes. Como bien señala el refranero, ante la adversidad lo mejor es no tomarse las cosas muy a pecho: porque, al final,  ni muere padre ni cenamos. Pues eso.
Aunque tal vez la broma le acabe por salir cara a Rajoy y los españoles no se muestren tan conformes con este tipo de actitudes. No por lo de irse de juerga deportiva en medio de la hecatombe sino por la tendencia al ocultamiento que muestran Rajoy y sus ministros.Si algo no soporta el elector español, es el engaño. Jódele de mil modos distintos pero no le tomes el pelo (ahí está como ejemplo el 11M). Así que esta estrategia de no llamar a las cosas por su nombre y ejercitar una suerte de trilerismo que despiste al sufrido ciudadano, puede conducir al gobierno de Rajoy a un callejón sin salida.
Pero bueno, ellos verán.
Por lo pronto, hay fútbol con el que entretenerse.
Y, por cierto, Uganda solicita excusas.

jueves, 7 de junio de 2012

IRA A TODA VELOCIDAD

Escribo muy deprisa para que no se me olvide nada. Esperanza Aguirre va a ahorrar en vacunas y yo me acuerdo de cuando era pequeño y de niños que jugaban al fútbol con hierros en la pierna, alcanzados por la polio, en el ocaso de una España pobre, y supongo que exagero y, sin embargo, no me entra en la cabeza ahorrar en vacunas, aunque sea la del neumococo, disculpen la demagogia. Tampoco me gusta que se les baje el sueldo a los funcionarios, señalados una y otra vez como culpables de una vagancia que, seguramente, sea mucho más atribuible a altos directivos que incrementan sus ganancias en empresas semiquebradas. Y qué decir de recortar las becas que permiten a los críos comer en la escuela. Resulta miserable y de nuevo excusen la falta de templanza pero escribo iracundo porque, además, Esperanza Aguirre ha presentado esta batería de recortes con esa sonrisa gamberra que tanto le gusta exhibir, sin mostrar siquiera un mínimo de piedad. Lo de comer o no comer en la escuela tiene también su derivada en Cataluña, donde en los colegios se va a facilitar a los críos ir con la tartera a clase porque muchos padres ya no pueden pagar el comedor. Niño rico, niño pobre; comedor o tartera. Que vayan aprendiendo que hay clases. El otro día alertaban unos economistas expatriados a los verdes campus estadounidenses y anglosajones acerca de que, si no nos conformábamos, nos echarían del euro y volveríamos a la España de los 50. Bueno, la España de los 50 es esta de la tartera, el chusco de pan y el membrillo a la hora de la comida, y sólo aquellos que puedan pagárselo, al comedor. Y los que ni tengan para llenar la tartera, que coman sobras. Ya, ya sé, hiperbolizo pero lo hago porque así se entiende todo mejor. Y luego está otra de las ocurrencias de la presidenta madrileña, jibarizar el parlamento regional reduciendo el número de escaños. Porque la gente, dice la lideresa, "está harta de los políticos, quiere que nos vayamos todos". Pues nada, si la gente quiere eso, demos a la gente lo que quiere, y ahorremonos parlamentos y suspendamos temporalmente la democracia, hasta que tengamos dinero para permitírnosla. Yo no sé a ustedes pero a mí, de natural sanguíneo, en días como el de hoy me dan ganas de tomar la Bastilla.

martes, 5 de junio de 2012

NO HAGÁIS RUIDO, QUE EL 15 M ESTÁ DORMIDITO

Atomizado, de vez en vez falto de fuelle, el 15M se repliega a las confortables plazuelas de barrio y a las profundidades abisales de la red de redes, donde el eco de los afines amplifica toda bulla. En twitter sí se puede ser feliz y hace menos calor que en la calle. El aniversario quincemayista fue como esas fiestas de ex alumnos que alguien organiza a través de facebook. Surge una euforia de reencuentro y todo el mundo se promete nuevas citas pero a la posterior convocatoria sólo van cinco. Estuvo muy bonito lo de la Puerta del Sol, fue emocionante, regresamos los mismos y alguno más se incorporó a la verbena reivindicativa. Pero ah. Ni siquiera la policía se empleó con la misma contundencia, cuatro porrazos desganados y a casa. ¿Qué ha pasado? Pues que el 15M, más allá de sus eficientes grupos de choque aún activos (colectivos antidesahucio, #15mpaRato, etc), se ha sumido en el letargo a falta de una estrategia clara.
Se veía venir. El gran 15M, el original, se nutrió de la indignación de las clases medias, acogotadas por la crisis, y dejó fluir en sus asamblearismo toda corriente crítica con un sistema que colocaba al borde del abismo a la mayoría de la población. Y el sistema tomó nota, tomaron nota los partidos políticos y se logró, como mínimo, imponer una agenda ciudadana en la discusión política.
Pero luego el 15M, de vuelta a los barrios, acabó sumido en una inercia de secta vegetariana, con enorme preocupación por los huertos urbanos y las bicicletas. Cuestiones ambas con las que simpatizamos muchos pero que resultan del todo secundarias en medio de esta hecatombe que amenaza con condenar al retroceso social a varias generaciones. El colmo de la tontería supuso leer en el periódico una propuesta de grupos de barrio que consistía, básicamente, en comer de la basura.
Así que el 15M duerme y, espero, despierte a tiempo, ahora que Montoro admite que tendrá que ejecutarse un difuso rescate a cambio de colocarnos gruesas cadenas para que no nos movamos. Porque el clamor de la calle ha de persistir y así mantener la democracia viva. Un día y otro presuntos sabios sugieren gobiernos de coalición, sanedrines de expresidentes, una administración de técnicos, erradicación de toda discrepancia, la economía entendida como una ciencia exacta que sólo funciona con los apriorismos del consenso liberal. Y lo peor es que la socialdemocracia, por enésima vez, se halla en la tentación de aceptar tal mandato por miedo a quedar extramuros del sistema. Con el peligro de que sus electores, si son triturados convenientemente, acaben votando a Amanecer Dorado o esa extravagancia que es UPyD, cuyo programa electoral se resume básicamente en mantener a Rosa Díez sentada en un escaño hasta que se jubile.
Así que la calle ha de mantenerse vigilante, quitarse las legañas, seguir en la pelea y no ceder a los entusiasmos marginales sino aspirar a una movilización verdaderamente mayoritaria. El 15M se reinventará o resucitará, quién sabe, pero, por lo pronto, da la impresión de dormir plácidamente y eso resulta, tal como están las cosas, de lo más peligroso.

viernes, 1 de junio de 2012

DICE EL PERIÓDICO QUE LA DEMOCRACIA NO VALE

En primera página del diario El País claman al cielo unos economistas españoles expatriados a la feliz Arcadia de los verdes campus anglosajones y estadounidenses. No queremos volver a la España de los 50, advierten. Frase que, por supuesto, suscribe cualquier persona en su sano juicio y que ya anticipa un tono admonitorio a lo largo del artículo, repleto de reproches a los discrepantes con la ortodoxia prusiana de la austeridad, a quienes que se acusa de lloricas y de estar promocionando el Armagedón. Jesús Fernández-Villaverde, Luis Garicano y Tano Santos alertan sobre el desastre que supondría que España saliese del euro. El problema es que, entre sus argumentos, se mezclan el legítimo análisis económico con la difusa denuncia de una supuesta incapacidad genética de los españoles para gobernarse con eficiencia en el marco de una democracia convencional. Sostienen estos economistas que una España fuera del euro sería un país "con ingresos bajos, derivados del turismo, con baja productividad, bajos costes y con un control brutal ejercido por los caciques locales, que controlarían los monopolios de la nueva economía cerrada". ¿Quiénes son esos caciques locales a los que se refieren? Misterio. Después añaden que sólo acatando lo que desde Europa se nos exige estaremos protegidos de un "peronismo empobrecedor" que amenaza con convertir a España en una Argentina a la que se refieren (cómo no) despectivamente. Y ante tan gravísimos peligros hacen su propuesta: "Necesitamos urgentemente un nuevo Gobierno, con apoyo de todos los partidos mayoritarios y de nuestros expresidentes, compuesto por políticos competentes y técnicos intachables". Lo cual, básicamente, significa dejar la democracia en suspenso, prohibir toda discrepancia y entregar el poder a los tecnócratas. O sea, la eterna cantinela de esos economistas que, en el fondo, piensan que los pueblos no pueden gobernarse por sí solos en situaciones críticas.
Para no volver a la España de los 50, según La cuarta página del diario El País, hay que volver, curiosamente, a un concepto de democracia muy similar al de la "democracia orgánica" que imperaba en la España de los 50.
O al modelo italiano, donde sin elecciones se ha colocado a un tecnócrata en el poder sin que, por el momento, se haya solucionado gran cosa.
O al modelo chileno, el de Pinochet y la Escuela de Chicago, si nos ponemos demagogos.
El artículo de El País es, desde luego, interesante y valioso en lo que tiene de pronóstico económico sobre lo que la salida del euro podría suponer para España. Ningún inconveniente en admitir ese panorama de catástrofe que se plantea. Inconvenientes todos si lo que se pretende es que admitamos que España tiene una clase política más putrefacta que la de otros países o que en la masa de la sangre (como decían los curas antiguos) cargan los españoles con una tendencia al caciquismo inexorable. Ninguna de las dos cosas está científicamente probada, que yo sepa.
Como argumento último de autoridad se recurre, además, qué sorpresa, a Ortega y su apuesta por Europa como solución. Y sí, Europa es la solución pero sólo si Europa se construye en pie de igualdad y si Alemania acepta, de una vez por todas, asumir su cuota de solidaridad con respecto a una tropa que, cuando venían bien dadas, ayudó a enriquecer sus arcas.
Claro que todo esto que escribo, replicarán desdeñosos los catedráticos que alertan en primera de El País, sólo es la opinión de un profano. Y, según estos sabios, si no queremos volver a la España de los 50, hay que impedir que los profanos opinen.