viernes, 27 de abril de 2012

¡DEFRAUDADORES!

Ante la monstruosa cifra del paro el gobierno tiene una respuesta: la caza del desempleado. Se examinarán con lupa las cuentas de los parados pues el gobierno sospecha la existencia de mucho desaprensivo que se echa unos euros al bolsillo mediante chapucillas y faenas de aliño, aun cuando el Estado se desvive y concede graciosamente 900 euros a tanto vago que hay en este país. Sí, señor. Mano dura. Todos conocemos a mucho parado que esquilma a la administración y lleva una vida de disipación, champán y mujeres a costa de lo público. Defraudadores casi tan despreciables como esos ancianos que fingen dolencias para inflarse a pastillas o los ecuatorianos que enferman de cáncer aposta aunque carezcan de papeles en regla. Lo bueno es que Hacienda tiene ahora personal de sobra para dedicarse a apretar las tuercas a los parados gracias a la reciente amnistía fiscal que ha hecho justicia con tanto emprendedor. Además, con el dinero que se logre ahorrar del subsidio cancelado a tanto defraudador habrá fondos para ofrecer una nueva ayudita a los bancos o pagar la Formula 1 en Valencia u organizar una misa con legionarios. La verdad es que no se podía consentir tanto parado rechazando jugosas ofertas de trabajo como esa de escribir artículos a 3 euros la pieza o la más común de no cobrar absolutamente nada. Pero ¿y por qué cobrar? ¿Desde cuándo cobrar por trabajar es un derecho? Son las ideas disparatadas que tanto daño han hecho a Europa y que ahora nos pasan factura. Gracias, señor Rajoy. 

martes, 24 de abril de 2012

HACIA NUESTRO DÍA DE LA IRA

Comentaron a doña Letizia:
- El pueblo protesta. Tiene hambre. Le falta pan.
Replicó la princesa:
-  El pueblo. Oh.
Y añadió:
- Que coma cruasans. El pueblo.
Europa ha puesto el reloj marcha atrás y a toda velocidad nos dirigimos hacia los días de María Antonieta, Dickens, Léon Blum y el chachachá. Europa sufre convulsiones de parto y lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer pero, de todas todas, algo sucederá. Madame Le Pen ha capitalizado en Francia el voto antisistema porque se ha atrevido a presentarse al electorado como la fuerza de choque del rupturismo. Frente al peligro pardo, una socialdemocracia funcionarial que, repentinamente, ha salido de su letargo, François Hollande y sus gafas de burócrata. Pero existe otra socialdemocracia, una socialdemocracia armada que toma las calles y que todavía no ha tomado conciencia de su propia existencia. Me refiero a eso que fue el 15M ahora diluído en otras mareas de protesta y en la rebelión que viene, aún por inventar. Socialdemocracia revolucionaria como la que propugna Kicillof, el joven caudillo de la Argentina expropiadora. Socialdemocracia que propone no jugar permanentemente con las reglas impuestas por el contrario. Socialdemocracia que los moderados denominan populismo y cosas aún peores.
Ruptura o barbarie. En contra de lo que sostiene Joaquín Almunia, que estos días se revela como perfecta muestra de esa clase de político profesional que ha conducido la democracia a su grado cero. Joaquín Almunia fue el líder del PSOE que pactó un acuerdo con IU para las elecciones generales del año 2000. Aquel convencido del frente común de izquierdas es hoy comisario europeo y defiende con vehemencia los recortes en el Estado del Bienestar. Joaquín Almunia, dirá el periodista de orden, es un político de altura: capaz de ubicarse donde conviene en cada ocasión. Exactamente el tipo de político que ha de ser barrido del mapa si queremos que la democracia sobreviva y que el totalitarismo de nuevo cuño que se está imponiendo se astille definitivamente.
Necesitamos un día de la ira. Una jornada de protesta que alcance la dimensión necesaria para que quienes gobiernan detengan el paso y teman las consecuencias. Necesitamos mostrar los colmillos y no digo más no sea que Jorge Fernández Díaz, beato y mártir, me envíe a un lóbrego calabozo por integración en banda armada y ofensas al Santo Padre. Que, por cierto, a esta paso va a salir más a cuenta integrarse de verdad en una banda armada que sentarse en una plazoleta y ofrecer una flor a un policía, dado que ambas cosas acarrearán una calificación penal similar. Y es que don Jorge Fernández Díaz, a quien Dios guarde en su seno, cree que entre Joan Baez y Andreas Baader no hay diferencia alguna. Ateos ambos, al fin y al cabo.
Doña Letizia miró a lo lejos y arrugó, en la medida de sus posibilidades, el ceño. El pueblo no se conforma ni con cruasans, jolín.

viernes, 20 de abril de 2012

ESTOY DE LO MÁS ANTIPÁTICO

Lo malo de estos tiempos es que a uno se le agría el carácter. Tienen razón los Marlango, que en una entrevista concedida al diario monárquico El País decían que, frente a la crisis, "hay que ser feliz, hay que ser feliz, hay que ser feliz". Woody Guthrie escribió en su guitarra "This machine kills fascist" y es prácticamente lo mismo. Tampoco hay que dramatizar. Yo, como Kafka, podría anotar en mi diario: "El gobierno aprobó el copago y subió las tasas universitarias. Por la tarde, me fui a nadar". ¿Pero de qué habla este señor?, se preguntarán. Y cuánta razón tienen. Meros soliloquios a la espera de un buen reventón social que nos conduzca a alguna parte. De momento, mientras España se hunde, recibimos bofetón tras bofetón sin apenas inmutarnos y aquí el único Johnny que ha tomado el fusil es el actor Willy Toledo, al cual el próximo Código Penal que a golpe de cilicio prepara Jorge Fernández Díez dedicará gran parte de su articulado. Willy Toledo será enviado a un CIE y se le afeitará la barba.
Estoy de lo más antipático, lo admito. Ya ni los jueves por la noche se puede salir. Me reconforta, eso sí, contemplar a esa juventud que no se arredra y los fines de semana consume enormes cantidades de cubos repletos de botellines de cerveza en La Sureña y luego mea las esquinas construyendo de este modo un futuro mejor. 
Mi antipatía llega a tal extremo que casi no me río con los niños chinos que salen en la tele con la cabeza atrapada en agujeros de casas semiderruidas.
También les digo una cosa: hace un tiempo malísimo.
En cuanto al fútbol, bueno, sí, es un consuelo, pero el Rayo no va todo lo bien que uno quisiera.
La vida son cuatro cafelitos, tal y como sostienen Beteta y Echániz. El gobierno del Partido Popular está empeñado en que la gente deje de tomar café. ¿De dónde viene esa obsesión? El café es uno de los males de España, junto al Estado de las Autonomías y la Sociedad General de Autores.
Pero en España, realmente, no sucede nada. Basta con echar un vistazo a la revista Rockdelux. Las mismas pelambreras, los mismo botines, las mismas camisas de leñador, Javier Corcobado. Yo de la revista Rockdelux entiendo muy poco pero una extraña pulsión me lleva cada mes a gastarme cinco euros diez para tenerla entre las manos. Queda muy bien sobre la mesilla de noche, es como la botella de Jack Daniels.
Me da por pensar cosas raras. Por ejemplo, ¿qué pasó con esos pósters de nuestra infancia como el que salía Charlot y abajo (o arriba) el texto: "si lloras por haber perdido el sol, tus lágrimas no te dejarán ver las estrellas"? ¿O el del Jesucristo hippy con el rótulo Se Busca? ¿Y Rabindranath Tagore?
También me viene a la cabeza un suceso inquietante. Cuando los Anonymus hicieron públicas las direcciones de un puñado de artistas para protestar contra la SGAE o a favor de la piratería o por lo que sea que proteste Anonymus, ¿por qué entre esos artistas señalados estaba Willy Montesinos, que vive tranquilamente en un pueblo de la Comunidad Autónoma Madrileña? ¿Le confundieron con Willy Toledo? ¿Hay algo más humillante?
Estoy de lo más antipático y sólo mi gata me entiende. Debe de ser la histeria primaveral esa.





jueves, 19 de abril de 2012

LA MONARQUÍA Y LO QUE EN LOS PERIÓDICOS NO ESTÁ

La imagen patética de un monarca excusándose por haber sido sorprendido en una de sus habituales juergas cinegéticas le ha parecido de lo más honrosa a la práctica totalidad de la prensa convencional. Nos quedan, menos mal, los francotiradores de guardia (Josep Ramoneda, Maruja Torres,...) que colocan en tan penoso panorama sus opiniones críticas al respecto. Pero, más allá de las vicisitudes de la familia real y las consiguientes polémicas, la cuestión de fondo, en este caso concreto como en otros muchos, es la distancia sideral existente entre la opinión que hallamos en las páginas de los periódicos y la que se expresa a través de las redes sociales. Y lo que es peor, ya no sólo en materia de opinión sino en cuanto a pura y dura información, medios tradicionales y universo virtual parecen habitar planetas diferentes. Porque demasiadas veces, ciertas informaciones de las que tendrían que abastecernos los periódicos han de rastrearse por otras vías. Me refiero, por ejemplo, a la reciente muerte de un joven a causa del impacto de una pelota de goma lanzada por la policía autónoma vasca. El enorme escándalo y debate que tal suceso produjo en la red no se reflejó en su justa medida por parte de las cabeceras tradicionales de la prensa española. ¿Que la policía mate (sea por accidente o negligencia) a un joven no es un hecho lo suficientemente noticioso? Evidentemente lo es pero da la impresión de que la agenda de los medios convencionales y la de la redes sociales discurren por diferentes trayectorias, alejadísimas entre sí. Se me ocurre otro ejemplo más: en pleno temporal hispanoargentino TVE decidió (¿como parte de las represalias anunciadas por el gobierno?) suspender la emisión del capítulo de Españoles por el mundo dedicado a la Patagonia. La mofa ante tan estúpida decisión se extendió por las redes y el detalle puso en evidencia la sobreactuación del ejecutivo de Rajoy con motivo de la expropiación de YPF. El detalle revelador apenas tuvo mención en la "prensa seria".
Las empresas periodísticas llevan tiempo obsesionadas por reinventar su modelo de negocio y expandir su influencia en la red. Pero esa obsesión suele traducirse casi exclusivamente en presuntas mejoras técnicas, búsqueda de herramientas que epaten al lector, variaciones continuas en el diseño de las páginas. Como si cambiando el envoltorio los veleidosos lectores fueran a emprender el regreso al hogar. Como si los contenidos careciesen de importancia.
El problema es que en twitter o en la blogosfera encontramos lo que en los periódicos no está. Opiniones irreverentes, libertad de criterio absoluta, informaciones ajenas a toda corrección o conveniencia, investigación sin cortapisas, análisis heterodoxos. También una enorme cantidad de imbecilidades, chistes sin gracia, falta de rigor, linchamientos injustos. Es una jungla, sí, pero en esa jungla, con las coordenadas adecuadas, podemos hallar una aproximación a la verdad que, hoy por hoy, resulta mucho más ajustada que la que los medios convencionales nos ofrecen.
Y más allá de lo virtual, merece una mención la exitosa salida al mercado de la revista satírica Mongolia, editada en papel y cuya repercusión con un solo número en la calle ha dejado en ridículo a todos aquellos que pontifican sobre lo adecuado y lo inadecuado, sobre las obligaciones tecnológicas, internet y pamplinas varias.
Amo los periódicos, disfruto manchándome los dedos de tinta cada mañana, pero de modo cada vez más habitual me sorprendo con la prensa a medio leer acudiendo a las redes sociales y blogs para saber qué es lo que está sucediendo, qué opiniones o análisis pueden enriquecer mi visión del mundo, cómo reirnos en estos tiempos tragicómicos que vivimos. Naturalmente que gran parte de los periodistas y columnistas que me interesan siguen publicando en los medios tradicionales (Miguel Mora, Jacinto Antón, Antonio Muñoz Molina, David Gistau, Manuel Hidalgo, Claudi Pérez, Xavier Vidal-Folch, Joaquín Estefanía...). Pero cada vez hay más en la periferia virtual, en ese embrollo de blogs y publicaciones digitales y cuentas de twitter.
En twitter, precisamente, se escucha hoy el clamor de quienes no ven reflejada en las portadas de la prensa escrita la pluralidad de este país. Y así, con la desconfianza de los usuarios de la comunicación en ascenso, no hay modelo de negocio que valga.